Isla Incahuasi y la Isla del Pescado. Los cactus y otros atractivos.

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Isla Incahuasi

Isla Incahuasi y la Isla del Pescado. Un mundo mágico de cáctus

Un fondo blanco interminable es todo lo que ves a tu alrededor, sí, ¡finalmente estas ahí! Has escuchado tanto sobre el salar de Uyuni, has leído sobre él, has visto infinidad de fotos tomadas por otros turistas, pero ahora eres tú quien esta ahí, no puedes creer lo extraordinario que es, este es el momento en el que te convences de que nada de lo que se ha dicho o escrito sobre él es exagerado porque la realidad supera todo ello. No obstante, agradeces haber contratado a tu guía, porque fácilmente te das cuenta que sin él estarías perdido en un gran laberinto blanco sin saber a dónde ir… entonces el blanco se quiebra, a lo lejos ves como emerge un oasis…

La isla más grande del Salar

Te aproximas a la más grande de 32 islas de roca volcánica que existen en el salar. Por su forma los pobladores indígenas la han denominado Isla del Pescado. Se encuentra a 74 kilómetros de Colchani, en el mismísimo corazón del salar, a aproximadamente una hora de viaje. Se alza a unos 40m y su particularidad es que la superficie de granito y tierra orgánica que la componen ha favorecido la formación de un bosque de cactus.

Esta isla dejó de estar incluida en las rutas turísticas, pues adicionalmente a no tener ninguna infraestructura para recibir a los visitantes, se encontró otra isla que aunque es más pequeña tiene más vegetación y esta más cerca. Se trata de la Isla Incahuasi, que hoy es un destino seguro en el recorrido durante la época seca del año. A menudo, y erróneamente, se confunden estas islas pensando que son diferentes nombres para una misma isla.

Origen del nombre

La isla incahuasi o inkawasi, del quechua, que significa casa del inca; recibe dicho nombre por los restos antiguos que allí se presentan, como ser diferentes sitios arqueológicos de tipo tiwanakota, ruinas incas, cavernas y túneles naturales.

En tono de leyenda, los lugareños cuentan que allá por el siglo XVI, cuando los españoles dominaban la región, sus caballos no eran capaces de atravesar el terreno, a diferencia de los incas que utilizaban las llamas para desplazarse. Gracias a ello consiguieron aislarse en un lugar a salvo y dar así el nombre con el cual conocemos hoy a la isla.

En la parte central existe una apertura que fue un depósito de agua con aproximadamente 35m de profundidad. Cerca de este se halla un centro ceremonial ancestral, que hace décadas fue un lugar sagrado de los comunarios de Tahua, un pueblo con antecedentes asociados a las culturas Chavin y Tiwanakota.

Un exótico medio natural con sorpresas

Asombrosamente, durante el recorrido por la isla te topas con restos de corales y conchas marinas, inevitablemente te preguntas ¿de dónde salieron? Pues bien, estos restos, que pueden encontrarse en todas las islas, son testigos silenciosos del origen prehistórico del salar, lo que hace 40 000 años fuera un gran mar que se evaporó con el transcurso milenario del tiempo.

La flora del lugar esta compuesta por un exótico bosque de miles de cactus gigantes de hasta 12m de altura, y además, con cientos de años de vida, algunos creen que su existencia hasta podría ser milenaria. Esta especie, de nombre “cardón de la puna”, crece en suelos rocosos y se caracteriza por tener espinas en lugar de hojas y flores blancas que florecen una vez por año.

Desde la cima de la isla, se puede contemplar y admirar el volcán tunupa y la isla del pescado que sumado al horizonte salino hacen de este sitio uno de los favoritos para los amantes de la fotografía.

Su habitante

Al pasear por allí, también puedes detenerte un poco y conversar con don Alfredo Lázaro Ticona, quien  fue el primer habitante de la isla en su historia moderna. Se mudó el año 1986 y después de unos años en completa soledad, se le unió su esposa, doña Aurelia Bello junto a sus tres hijos.

Don Alfredo, un hombre visionario, desde el principio supo ver el potencial turístico de la isla, eso lo motivó a trasladarse y construir su vivienda en ella. Aún cuando la isla ya cuenta con restaurantes de comida tradicional, un refugio para turistas y un museo etnocultutal que expone las vestimentas típicas, las danzas y música propias de la región y los alimentos que allí se producen como la quinua y la carne de llama; don Alfredo vive de la venta de artesanías elaboradas con madera de cactu.

Las autoridades municipales han establecido un precio visita a la isla de Bs 30 que incluye un recorrido completo guiado. Durante la época de lluvia, cuando el salar se inunda, las islas son inaccesibles.

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